Primera ascensión: Bernuth y Hans Dulfer 1913 (dos años después moriría por el estallido de una granada durante la I Guerra Mundial)
Material Necesario: Juego de fisureros y un buen juego de friends hasta el tres, un juego de aliens, cordinos para reforzar puentes de roca.
El diedro Dulfer es una bonita escalada para coleccionistas. Una super clásica de Dolomitas que nos permite conocer el olfato que tenía Hans Dulfer para encontrar líneas.
Esta vía nos pareció una joya que quizá pasa desapercibida entre el resto de rutas de esta gran mole dolomítica.
Se trata de un diedro de 250 metros, con carácter alpino. El itinerario es muy evidente ya que discurre de manera continua por diedros y chimeneas hasta la vira superior de la montaña.
Una vez en la vira, 150 metros de trepadas nos separan de la cima. Donde nos esperan unas de las mejores vistas de Dolomitas.
Hans Dulfer (1892 – 1915) era desinhibido y creativo, además de ser un hábil escalador. Fue un acérrimo antagonista de Paul Preuss, que predicaba la ausencia de clavos e incluso cuerdas en la escalada, aunque ambos se respetaron como auténticos caballeros de la montaña. Preuss solía decir “Hans escala mejor que yo”, y Dülfer fue visto llorando ante la tumba de su amigo-adversario.
Dülfer fue considerado como el auténtico iniciador del VI grado. Su ascensión con Werner Schaarschmidt a la pared del Fleischbank (Tirol, Austria) en 1912 fue una de las hazañas más notables de todos los tiempos: 360 metros en solo 4 horas, utilizando la cuerda en un solo tramo. El 18 de julio de 1914 abrió una vía en la espeluznante arista del Catinaccio de Anternoia (Rosengarden, Dolomitas) , con pasos de VI grado. La vía más prestigiosa de Dülfer fue, no obstante, la directa de la cara oeste del Totenkirchl, abierta el 26 de septiembre de 1913, con Wilhelm von Redwitz, una impresionante pared de 600 m., de Vº/A1. Willi dijo más tarde: “nunca vi a Hans jadear, ni en las fisuras más comprometidas. Siempre estaba erguido, nunca colgando de las manos. Era como si ya conociera la vía”.
En los Alpes abrió 50 nuevas vías, especialmente en el Kaisergebirge y en las Dolomitas. Propuso una clasificación de las dificultades técnicas de la escalada. Su vida como escalador fue breve, solo 4 años, pero abrió puertas a técnicas como la de oposición para subir aristas y fisuras (técnica Dülfer) o maniobras de descenso con cuerdas como el rappel Dülfer (Dülfersitz), técnicas que ampliaron los límites de la escalada de los primeros años del s. XX.
Un potente escalador, habilidoso e imaginativo, fuerte en libre como el que más, y que está considerado hoy como uno de los padres de la escalda moderna. A parte de sus innumerables aperturas en Dolomitas y el Wilder Kaiser, fue uno de los perfeccionadores de las clavijas junto a Fiechtl, inventó el rapel con la cuerda pasada por debajo de la pierna, y también popularizó, a través de su incansable actividad, las técnicas de escalada libre en oposición (bavaresas), y las travesías pendulares en tensión y a la carrera (conocidas como dulfer y swing). En definitiva: se puede decir que gracias a su entusiasta empuje y su modo de introducir, conjunta y sistemáticamente, todos aquellos casi novedosos conceptos técnicos, se abren definitivamente las puertas del VI grado.
En el período de entreguerras se consolidó el VI grado como la máxima dificultad alcanzable por un escalador, nivel al que Preuss y Dülfer habían elevado la escalada europea. En 1925, Emil Solleder y Gustav Lettembauer, protagonistas sobresalientes de la llamada Escuela de Munich, que durante una década dominó la escena en el mundo del alpinismo, trazaron la que durante durante años se consideró la vía más difícil de las Dolomitas, inaugurando la llamada Edad de Oro del VI grado.
Las Tres Cimas di Lavaredo se encuentran al norte de Cortina de Ampezzo. Para llegar a ellas seguiremos la carretera que pasa primero por el lago Auronzo, y después por el lago Misurina.
Si queremos dormir en el parking del Refugio Auronzo con la furgoneta, debemos pagar 45€ (lo que nos permite pasar 24 horas solamente). También podemos dormir abajo y subir al refugio Auronzo para aparcar solamente las horas que dure nuestra ascensión.
Aproximación: Desde el refugio Auronzo seguir la pista que nos dirige al Refugio Lavaredo. En la primera curva seguir el sendero que asciende por la pedrera. Tendremos que remontar este sendero hasta penetrar en el collado que separa la Cima Grande de la Cima Oeste.
Una vez en el collado, tenemos que remontarlo hasta arriba. No debemos parar hasta que nos encontremos una trinchera de la primera guerra mundial, la cual debemos dejar a nuestra izquierda. A mitad del collado encontramos restos de alambradas de la guerra, increíble pero cierto, todavía están allí.
A partir de este punto ya se divisa la gran pared amarilla y el Diedro Dulfer.
Una pequeña trepada de III nos sitúa en una plataforma donde se encuentra la primera reunión, que se encuentra a la izquierda de la vertical del diedro.
Largo 1, V (35 metros): Remontamos el diedro inicial y vamos escalando una placa con tendencia a la derecha en busca de la base del diedro.
Largo 2, V (50 metros): Escalamos el diedro (suele estar mojado y húmedo). Nos saltamos una reunión y avanzamos hasta la siguiente. Queda un largo de 50 metros espectacular. La reunión es incómoda, bajo un pequeño desplome en el que cae agua. Está formada por dos clavos viejos y varios cordinos roídos por la humedad.
Largo 3, V (40 metros): Hace mucho frío en la pared. Estamos escalando a la sombra y a pesar de ser Agosto se nota la altura. Continuamos por el diedro hasta que un gran bloque empotrado nos cierra el paso, lo superamos por la placa de la izquierda. Otro largo espectacular. La reunión se encuentra justo encima del gran bloque.
Largo 4, V (40 metros): Superamos otro bloque empotrado y nos metemos en la gran chimenea. La escalamos hasta que otro gran bloque nos obliga a superarlo por su izquierda (placa). Salimos al sol. Otro largo que nos sorprende, precioso.
Largo 5, V (20 metros): Andamos unos metros por una repisa y nos situamos en otro diedro que escalamos hasta la reunión (2 clavos).
Largo 6, III (30 metros): Unas trepadas nos dirigen a la vira superiror.
Para llegar a la cima seguiremos la vira por nuestra derecha intuyendo el camino pisado. Empezaremos a trepar en el segundo «diedro» o la segunda curva que encontramos a nuestra izquierda.
Se trata de unos 150 metros de trepadas con dos zonas (pequeños resaltes) de IV grado bien marcadas. La segunda de estas se trata de una gran roca en la que nos debemos montar (tiene un viejo spit con un cordino).
Descenso: Se recomienda bajar por la normal, aunque en nuestro caso nos encontramos con unos escaladores italianos que nos mostraron un descenso alternativo a través de 2 rapeles de 30 metros hasta la segunda vira, unos destrepes y otros 2 rapeles hasta el suelo (60 + 30).